BLOG DE PRENSA ESPAÑOLA

Author: Alberto Bruzos Moro

Un mensaje de solidaridad (Entrada de Austin Colorite)

NOTA: Publico esta entrada en nombre de Austin, quien se ha quedado sin acceso a su cuenta de Princeton temporalmente (Alberto).

Este artículo es sobre una mensaje anónimo de que una persona pasó debajo de la puerta de un centro para migrantes menores en Sevilla. El mensaje decía: “No escuches más las voces del odio. Niños migrantes BIENVENIDOS a Sevilla.” A principios de la semana, la gente del barrio protestaron la existencia del centro. Dijeron que el centro debería mudarse a un barrio más rico en sevilla.

La protesta es indicativa de las opiniones de muchos españoles en Sevilla, pero obviamente no todos. En mi opinión esta persona que escribió la nota, quiera los niños se sientan bienvenidos.

El centro existe para los migrantes menores no acompañados. Providen comida, un lugar para dormir y entrenamiento para cuando cumplan la mayoría de edad. En mi opinión este centro es un lugar muy importante porque estos inmigrantes no tienen otras opciones, pero hay preocupaciones válidas de la gente de Sevilla. Es difícil para una comunidad aceptar el cambio y estos inmigrantes podrían tener problemas para integrarse.

¿Crees que hay más personas que se sienten así o no? ¿Te sientes así? ¿Cómo puede el gobierno o la gente cambiar la cultura en torno a la inmigración y los migrantes menores?

https://elpais.com/politica/2019/06/06/actualidad/1559840312_290380.html

Mensajes de hospitalidad contra la intolerancia

Bajo la puerta del centro para menores migrantes en Sevilla al que se oponen los vecinos ha aparecido una nota de bienvenida que desafía su hostilidad

“No escuches más las voces del odio. Niños migrantes BIENVENIDOS a Sevilla”. Es el mensaje que alguien coló bajo la puerta de la casa número 8 de la calle Los Polancos, en el centro de Sevilla, que en pocos días acogerá un centro para menores migrantes no acompañados de la Junta de Andalucía. Un anónimo lleno de esperanza para aplacar las voces contrarias a su apertura que esta semana han levantado los vecinos de varias asociaciones del distrito Macarena, a las que se ha sumado Vox.

La vivienda, un chalé adosado de dos plantas y garaje recién reformado, va a recibir en pocos días a un total de 25 jóvenes de entre 16 y 17 años que tienen un proyecto laboral o de estudios para poder integrarse cuando cumplan la mayoría de edad, explican desde la Consejería de Igualdad. El centro estará gestionado por la Fundación SAMU a través de una subcontrata de la Junta.

Los vecinos no se fían y están convencidos de que su estancia atraerá más delincuencia al barrio. Las distintas asociaciones se quejan de que en el distrito se concentran la mayoría de centros asistenciales de la ciudad y reclaman una mayor dispersión. “¿Por qué no se los llevan a los Remedios?”, se quejaba el lunes una residente, refiriéndose a uno de los barrios más adinerados de Sevilla. En sus argumentos se mezclan conceptos como la inseguridad y la migración, generando un caldo de cultivo perfecto para abonar el rechazo a los centros de menores.

Las asociaciones de vecinos Miraflores-Trinidad, de comerciantes de La Macarena, San Luis-Pumarejo, San Marcos y Moravia-San Julián han convocado para el próximo lunes una manifestación desde la calle Los Polancos hasta el Parlamento de Andalucía (no muy lejos de allí) en protesta por la concentración de centros asistenciales en la zona. “Ante las acusaciones de grupos extremistas, de racismo, xenofobia y aporofobia, queremos hacer constar que La Macarena no puede con más Centros Sociales en su entorno, sean del tipo que sean, pues provocan el ya acuciado efecto llamada, lo que está llevando a que no se esté atendiendo bien, debido a la masificación, a estas personas, tengan la patología que tengan y sean o no menores.”, dicen en su comunicado. Aseguran que su rechazo no va contra “estas personas”, sino contras las instituciones públicas “que están permitiendo la degradación de las personas y el barrio, creando situaciones de inestabilidad vecinal”.

“Las movilizaciones vecinales serán continuas, hasta que no obtengamos una respuesta satisfactoria a nuestras legítimas pretensiones”. Así termina su nota. Un ultimátum que contrasta con la nota de bienvenida que otro residente anónimo, menos beligerante, ha colado bajo la puerta del futuro centro para menores migrantes. La calle Los Polancos está vacía con el sol del mediodía dando de pleno. Los pocos viandantes que se refugian en las zonas de sombra desconocen el destino del chalé encalado y de aspecto moderno, que contrasta con los clásicos edificios de albero que lo circundan. Muchos también ignoran la animadversión de algunos de sus convecinos. “No creo que sea para tanto, no se puede generalizar y, en todo caso, habrá que darles el beneficio de la duda”, dice Laura González mientras sujeta la correa de su perro.

Las asociaciones que protestan ya lograron paralizar en septiembre la apertura por parte de Cruz Roja de otro centro de inmigrantes a pocos metros de donde se va a instalar el de los menores. Entonces, también apelaron a la inseguridad, la insalubridad y a la aglomeración de comedores y centros de día en la zona. Entonces el Ayuntamiento intercedió y logró suspender la inauguración, apelando a la alarma social. Hoy esperan tener la misma capacidad de presión. La Junta está decidida a abrirlo. La hospitalidad de los mensajes anónimos puede ayudar a decantar el pulso contra el miedo y la hostilidad.

 

Las pruebas de Selectividad

Si fueráis españoles y tuviérais 17 años, seguro que estaríais muy preocupados por los exámenes de Selectividad, también conocidos como Evaluación de Acceso a la Universidad. Estos exámenes tienen lugar cada año en junio a lo largo de tres días. La razón por la que son tan importantes es porque la nota obtenida en ellos, en combinación con las notas obtenidas en los cursos de bachillerato [high school], determina el acceso a la universidad pública y la carrera o especialización [major] que se puede estudiar.

Hay que explicar varias cosas para entenderlo.

Para empezar, en España, la mayoría de los estudiantes universitarios están en universidades públicas, las cuales no son muy diferentes de las privadas en cuanto a calidad. De hecho, en las clasificaciones de las mejores universidades españolas, los puestos más altos suelen ser ocupados por universidades públicas: Universidad de Barcelona, Universidad de Valencia, Universidad Autónoma de Barcelona, Universidad de Granada, Universidad Politécnica de Madrid, Universidad Autónoma de Madrid.

Además, a diferencia de lo que ocurre en EE.UU., los estudiantes universitarios empiezan sus especializaciones o carreras universitarias desde el primer año de estudios, en vez de declarar una especialización en el segundo o tercer año. Un joven español o una joven española son estudiantes de Medicina, Derecho, Filosofía, Historia, etc. desde el primer día en que ingresan en la universidad.

Entendido esto, hay que comprender también que las universidades y las carreras universitarias tienen un número de acceso limitado, y por tanto las más “codiciadas” [coveted] (típicamente Medicina, Ingenierías, dobles grados en Estudios Internacionales y Derecho, Física y Matemáticas, Estudios Internacionales y Administración de Empresas, etc.) exigen las notas de acceso más altas.

De ahí [hence] la idea de que los tres días de Selectividad son decisivos, ya que “pueden determinar lo que hagas durante los próximos años” y, en realidad, durante el resto de tu vida.

¿Qué pensáis sobre la Selectividad? ¿Qué diferencias y qué semejanzas podéis ver entre este sistema y el sistema de acceso a la universidad en EE.UU.?

 

Selectividad: tres días que pueden determinar lo que hagas durante los próximos años

https://www.publico.es/sociedad/selectividad-selectividad-tres-dias-determinar-hagas-proximos-anos.html 

 

Cansados e intranquilos. Así se sienten la mayoría de los estudiantes que a partir de esta semana se presentan a la Evaluación de Acceso a la Universidad (EvAU), más conocida como Selectividad. Sienten ansiedad, entre otras, por el estrés que supone tener que sacar una determinada nota para acceder al grado que quieren estudiar.

Foto de archivo de un estudiante estresado durante la jornada de Selectividad. EFE

“¡Que vais a rellenar un puto papel, coño, que no se ha muerto nadie”, grita entusiasmado Ibai Llanos a los miles de estudiantes que se enfrentan esta semana a la Evaluación de Acceso a la Universidad (EvAU), la prueba que todos conocen como Selectividad. “De camino al examen quiero un poquito de alegría, que os pongáis una canción, que estéis felices”, les recomienda el comentarista de eSports en un vídeo de su cuenta de Twitter.

Pero no es tan fácil. Es la primera vez que se sientan en un pupitre distinto al suyo para rellenar, en un ambiente colmado de nervios, varios exámenes para los que se han estado preparando durante todo un año. Después de horas y horas de estudio, tendrán que demostrar (aunque muchos dicen “vomitar”) todos los conocimientos que han obtenido en el instituto. Buscan sacar un nueve, un diez, un 11… sobre 14, según lo que quieran estudiar. Algunos lo consiguen. Otros se quedan a las puertas de la carreras con mayor nota de corte como Medicina, Biotecnología o Fisioterapia.

Cada situación y cada estudiante es un mundo. Están los que dicen sentirse tranquilos, los que vaticinan los nervios de la noche de antes y los que reconocen notarse bastantes alterados. Juan Méndez, estudiante madrileño de 17 años, confiesa ser de los últimos. “Sí que estoy nervioso porque estos exámenes determinan lo que vas a poder o no hacer en un futuro”, explica el alumno de Colegio Montserrat Fuhem. Pero los hay peores que él: “Hay gente que está agobiadísima, que me cuentan que tiene hasta pesadillas sobre la EvAU”.

Para Juan, el estrés que sienten los estudiantes parte, en buena medida, del sistema educativo. “La orientación que he recibido sobre la EvAU ha sido una mierda. Y lleva siendo así desde hace mucho tiempo… es tan mala que hace que te confundas aún más sobre cómo funciona”, explica enfadado. La fecha tampoco cree que sea la adecuada, porque después de hacer la evaluación de segundo de Bachiller, “no quedan ganas para hacer la prueba”. Dice que solo hay una cosa en la que coinciden todos sus compañeros, y es que están “hartos”.

A Alejandra Koeneke, doctora en neurociencia y profesora de Psicología en la Universidad Europea, le preocupa esa “hartura” de la que habla Juan. Cree que éste y otros sentimientos que saturan la atmósfera estudiantil se podrían erradicar si se impartiese una materia en gestión emocional. Este, considera, es el único antídoto para evitar que gente brillante “se quede rezagada por problemas de ansiedad o frustración”.

Lograr la gestión emocional

Koene explica que entre las claves de la gestión emocional, hay una que es fundamental: la de conocerse a uno mismo. Para explicarlo, recuerda el refrán de “cada maestrillo tiene su librillo”, animando a los alumnos a organizarse “según sus necesidades académicas” y su forma de ser. Entre otras, está el saber cómo descansar (pues no a todos les relaja lo mismo) y cuándo hacerlo (pues no todos rinden de la misma manera según la hora del día). Es decir, que no hay rutina fija que sirva a todos.

Sí que existe un punto de unión entre los estudiantes que sacan mejores notas: las actividades extraacadémicas. Son las prácticas que, como explica Koene, “alimentan el alma”. Los alumnos que tocan algún instrumento, que practican algún deporte, que bailan, cantan, pintan o actúan, suelen ser mejores que el resto en el ámbito académico. “Les funciona porque se organizan mucho mejor el tiempo. Hacen que el estudio sea un 90 o 100% productivo. Mientras que los que no hacen ninguna actividad extraacadémica están horas y horas sentados sin estudiar, mirando por la ventana o usando el móvil”, explica.

Isabel del Pozo es un ejemplo. Esta sevillana de 18 años es deportista de alto rendimiento y quiere hacer Medicina. A menos de una semana para examinarse, se ha levantado a las siete de la mañana para participar en la regata de las ocho. Aunque hace poco que la ha acabado, cuenta por teléfono que a las dos tiene que asistir a una más. No le queda otra que estudiar entre regata y regata.

¿Y las notas? “Me las dieron hace dos días y me he sacado Matrícula de Honor”, afirma. “Lo que hago de normal es ir por la mañana a clase preparatoria para la Selectividad e intento aprovechar lo máximo posible. Después entreno a primera hora por la tarde de cuatro a siete, aproximadamente. Luego llego a mi casa y estudio hasta que aguante. Hay veces que es difícil porque estoy cansada, pero bueno…, hay que hacer el esfuerzo”, explica la estudiante del colegio Academia Preuniversitaria de Sevilla.

Miguel Sánchez, estudiante de 17 años del colegio Marianistas de Zaragoza, también está acudiendo estos días a clases de repaso por las mañanas. Se le escucha mucho más tranquilo y pausado: “No suelo estresarme. Yo qué sé, supongo que la noche de antes estaré más nervioso. Pero no suelo hacerlo”. “En el cole sí hay gente que va ocho horas a la academia, porque piensan que van a hacerlo muy mal, pero luego no será para tanto”, dice.

Pese a que es fácil aprobar, siguen nerviosos

Lorena Lampón, profesora del Instituto Siete Palmas de Gran Canaria, lleva 21 años dando clases. Destaca que en todos lo años “hay alguna una crisis ansiedad o algún niño o niña con problemas de nervios con llantos y vómitos”. La docente explica que les asusta “el que les examine alguien que no los conoce” al “salir de su zona de confort”. Además, muchos se sienten así de agobiados porque tienen la presión de sacar una nota de corte alta para entrar en las carreras que desean estudiar.

“No me parece bien porque puede ser que seas muy buena en la carrera que quieras cursar, pero luego no te llegue la nota de corte. Esto es porque para la hacer la media, también se cuentan las asignaturas de todo el curso”, explica Isabel Montón, estudiante del Colegio Ramón y Cajal de Zaragoza. “Por ejemplo, un amigo mío necesita un 13 para estudiar lo que él quiere. En Inglés tiene un cinco. Entonces, le resulta casi imposible llegar al 13. Además, la carrera la haría muy bien porque es lo que mejor se le da”, se lamenta Isabel.

Una cosa es segura: que aprobar la Selectividad es fácil. La prueba tiene un porcentaje muy alto de aprobados en todas las comunidades autónomas. Así lo demuestran los datos: el 95,34% de los estudiantes de Bachillerato superaron la fase obligatoria en la convocatoria ordinaria, según el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Aunque descendía, el porcentaje de alumnos que lo conseguían en la convocatoria extraordinaria también fue alto, con un 73,96% de aprobados.

Esto ocurre porque la EvAU tiene una parte obligatoria y otra optativa. En la primera, los alumnos se examinan de la lengua extranjera que hayan estudiado en Bachiller, Lengua castellana y Literatura, Historia de España y la asignatura troncal de modalidad correspondiente al itinerario de Bachillerato cursado. Es en la parte voluntaria en la que el alumno puede subir su media al tener la posibilidad de examinarse de hasta cuatro asignaturas más. Es decir, que esta segunda fase puede ayudar bastante al estudiante a que apruebe sin problemas.

 

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